Asómate por
la vida, un pequeño momento. Acércate a este presente, pues en él ocurren cosas
maravillosas e improbables, más imposibles que las que ocurren en las pictóricas
oníricas de los demonios mayas. Acurrúcate a este tiempo, porque estás
presenciando un sacrificio de sacrificios, aquí puedes observar con paciencia
cómo es que a un mitológico se le encierra en una realidad aparte, haciéndole
creer que vive en su jugoso caldo de orgullo, haciéndole creer que su libertad
existe y está tan viva como su impaciente libertinaje. Acuérdate de cada una de
las imágenes que pueden ser expresadas por el espacio, que pronto las tendrás
que retratar en más planos de papel, que de los que hay en tu memoria y leyenda.
Los dos hermanos le atacarían con una cerbatana,
pero nosotros le atacaríamos con palabras. Los dos hermanos le dañarían la
quijada, pero nosotros le dañaríamos la mente. Los dos hermanos lo hicieron
todo en concreto, nosotros lo hicimos todo en sublime.
Acuéstate
sobre la gorda sensación de presenciar. Acomódate en las neuronas que crecieron
con la certeza de que lo vivido fue un todo y lo removido fue un nada.
Acéptalo, al ego de aquellos les correspondía engullirse el otro, esta vez el alga
se comió al pez más grande y el estómago de la estrella quedó sumamente vacío.
La jaula no era de oro, ni de plata, ni de
cobre, ni de silicio; estaba hecha de oxígeno y nitrógeno, para que se le
secara hasta la última plaqueta del deseo.