viernes, 18 de noviembre de 2016

Ékfrasis

...Amaneciendo, en lo más profundo estallaba una estrella. Reventaba en fulgor, pero también reventaba el silencio y la oscuridad a su alrededor, escurriéndose hábilmente por entre cada uno de los rayos y flechas lumínicas que despedía la muerte del coloso. Aquellas entidades lejanas a la tibieza de un astro se apresuraron para colonizar las nuevas regiones, para proliferar con flora y fauna característica de sus propias materias. El sistema no se volvía más simple, sino que más complejo, puesto que la manera en que estallaban las estrellas, allí en lo más profundo, era la manera en que florecían los extremos más australes de un críptico palpitar... Tan críptico es el palpitar que no se puede comprender bien cuál es su dinámica, su composición, ni hasta
donde llega, ni de dónde viene, ni cuando acaba, ni cuando comienza, ni por qué palpita, ni por qué no se detiene.
...Retomando, allí mismo donde reventó la floración, fue donde la incipiente esporulación de la estrella se hizo presente. Allí mismo, incluso en lo más profundo, había un momento para el templo de los humores, allí mismo, donde la difunta estrella invocaba el incienso de su fertilidad. invocaba también las raíces de su propia mente, dejaba al descubierto toda su fragilidad racional y se entregaba nada más al flujo y dinámica que oponía el críptico palpitar.
...Profundizando, por entre tantas sustancias serpenteando en lo más profundo, por entre tantas voluntades con tan diversas direcciones, se logró establecer una de esas esporas astrales. Halló su lugar entre el precipicio de sí misma y el apego al cambio. La espora oía el palpitar en lo críptico, muy lejos, muy lejos de lo más profundo. Pero también oía el palpitar muy cerca, tan tan cerca que parecía ir más profundo que lo más profundo. No podía ir más allá de lo más profundo, por lo que concluyó que se encontraba en lo más profundo de sí mismo.
...Confusión, confusión al observar dos senderos tan distintos, tan alternos, paralelos y sin intersección alguna. Infinitamente hacia el interior e infinitamente hacia el exterior. Cómo resolver tal situación, cómo abarcar ambas posibilidades al mismo tiempo. Aquel presente de la espora no era un presente realmente, pues tenía su racional raíz dispersa entre el pasado de una estrella y el futuro de un universo.
...Resolución, la espora se determinó a limitar sus cuestionamientos, detuvo el avance pasional de una raíz frágil y emprendió vuelo, entre su follaje y su nueva voluntad: el presente mismo. Nada de si misma cambiaba de lugar, sino que absolutamente todo mutaba a su alrededor. Ya no existía un lugar más profundo, ni tampoco aquel espacio colonizado por el silencio y la oscuridad (ni, lamentablemente, toda la exquisita flora y fauna inherente). Ante esto, sólo había presente. Ya no había espora propiamente tal, había escamas, plumas, viento, agua, respiración y sol.
...Conclusión, desde lo más profundo, brotaba una estrella.