viernes, 1 de febrero de 2019

Pequeña danza

El ritmo de las catástrofes es suficiente para agotar la vitalidad del aliento. Mas, desde la posición impersonalizada -la ecuanimidad-, la sinuosa dinámica del acontecer es equivalente al canto de un ave que brota por el crepúsculo. 
Se esconden melodías hasta en la más ominosa catástrofe. 
Danza encendida por el fuego, pero también la fogata, el leño que se incinera, las cenizas y el humo danzan. 

Queda en cuestión, aun, si corresponde al cuerpo en cuestión, y de acuerdo al contexto, evocar una danza en cada hito. Una minúscula existencia, cuyo ritmo interno se acopla al ritmo externo, cuya materialidad se afina con el movimiento; universo fractar en ese cuerpo. La derivación, multiplicación o traducción del presente es una consecuencia del hecho, la danza es ancestro de lo que existe y lo que ocurre.