Fui la roca poliforme, policromática y polipolar. La diversidad de variedades, la galería de gamas de estados, lo anterior, lo posterior, lo posible y lo probable. El oxímoron y el páramo abrazados con el cuestionamiento. Pero si hay algo que jamás pude alcanzar como entidad de roca es la vida, la vida que se me va, que se me escapa y que me burla cada vez que puede, que se lleva la realidad consigo, lo equilibrezco y lo monocromático, y lo rutinario, y lo esquematizado, y lo concreto.
Fui la primera partícula de conciencia que juró alguna vez ser consciente, que prometió nunca olvidar, que aseguró unírsele a todo, que gritó pertenecerle a nada. Terminé siendo el gas inerte más sublime y adaptable, cambiante, versátil y combinable.
Fui la varicela de la geometría, hepatitis de las visuales, la difonía de las músicas y el cáncer de la literatura. Me enamoro de lo abstracto.
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