El momento en el que nos separamos de la
respiración voluntaria y nos profundizamos en el origen y razón del sistema
circulatorio; el instante en que la corteza cerebral, la consciencia, comienza
a desgranarse para dejar en suspensión polvorientos vestigios sobre su abismal
inconsciente; ese viaje en busca del maquinista que mantiene intacta tan
grandiosa maquinaria de carne, hueso y energía, incluso tal hazaña está lejos de
las dificultados que debe superar el onironauta.
Este
primer personaje ingresado en el comienzo del bastidor onírico corresponde a
cualquier persona que pueda escurrirse entre los sueños comunes. Hace todo por
su pura determinación y logra, de alguna manera, tomar el control sobre lo que
está soñando. Sin embargo el onironauta que nos importa no es aquel que logra
estar despierto mientras duerme, no es aquel que distorsiona y juega con su imaginación
para introducirse en planos maravillosos y falsos, como el arte. Si bien todo
lo que percibimos no es más que una interpretación de la realidad, el auténtico
peregrino de los sueños escapa de su imaginación creativa y se interna en las
verdades; todos los demás vertebrados que duermen se ubican en tres planos: el
no soñar, el soñar involuntario y el soñar imaginativo.
El viajante no puede mezclarse por
si mismo en el fabuloso mundo de la realidad escondida, metaforizada y
simbolizada, sino que utiliza el impecable inconsciente como medio para desfigurarse
en los sueños y difuminar su imagen orgánica y mineral del plano perceptivo, la
integridad entre los dos niveles del pensamiento hace de una la implacable
escafandra de la otra. El maquinista del cuerpo, además de mantener
correctamente al organismo, se dedica a sostener la coyuntura trascendental del
viajero y de tal manera que llega a tener roces potentes con la inmensidad, sin
duda algo peligroso para alguien sin práctica. El inconsciente y el consciente
llevan a cabo este paseo gracias a la voluntad del segundo, de otra manera el
inconsciente volvería al estado fundamental de su existir. Mantener al
inconsciente como el medio de transporte requiere de gran valor, determinación
y responsabilidad por parte del viajero.
Dentro de toda la sociedad en que se
encuentra, usted, el onironauta, es diferenciado de los otros seres que duermen
por una única razón: tener el poder de eludir a los perros oscuros. Integrarse conscientemente en los sueños es evitar
esta jaula, el conducto regular por el que sobrenadan las masas. Si usted ha llegado
a soñar verdaderamente alguna vez en su vida, entonces debería recordar la pradera primaria de la irrealidad. Es el
campo en el que se ubican todas las personas que duermen, allí son vigilados
por los canes ominosos. Primero debe levantarse, pues a todos los mantienen
sentados. En segundo lugar no debe llamar la atención o estremecerse, porque
podría sacar de la inconsciencia a sus vecinos, con esto vendrían muchas
muertes y revueltas entre perros y humanos. En tercer lugar, para no perder
este efímero destello de liberación, debe mirarse las manos por algunos
segundos. Si sigue correctamente estos
tres pasos, podrá caminar silenciosamente por la pradera y atravesará alguna
pared viscosa del estado de transición; de otra manera tendría que escapar de
los canes y posiblemente perdería memoria, incluso puede dar lugar a una batalla
entre las bestias y verse obligado a ganar, de alguna manera, para continuar
con la empresa. Ahora se encuentra con la verdad, tiene libertad para recorrer
el universo, como también la desventaja de jamás volver. Puede deleitarse de
planos que aún comprende su filtro de humano, como también de las otras formas
perceptivas que no están asociadas a los receptores físicos de su cuerpo. A
pesar de todo esto, como onironauta sólo tiene calidad de espectador, usted no
puede ejercer efecto en esa verdad. Como mucho usted puede causar alborotos en
la pradera primaria y luchar, tal
vez, con los perros oscuros. Más allá de ser un turista en la inmensidad del
planeta no puede ser. Podría usted conformarse únicamente con visitar esos
valles de nebulosa, los otros planetas que desarrollan las infinitas
posibilidades que se han desarrollado en la imaginación de alguien, disminuirse
hasta alcanzar el tamaño de una bacteria y apreciar el mundo atómico como
plenamente es, puede conocer mucho y obtener varias revelaciones, pero usted
sólo está soñando, no ha entrado a un cuarto nivel que le permite la
interferencia. Aún así ser espectador le trae beneficios, dejando de lado la
posibilidad de que jamás vuelva si se pierde o se olvida de quien es: tiene
mayor probabilidad de volver que el onironauta del cuarto nivel. Si usted osara
a llegar a la verdad por medio del cuarto nivel del sueño, como es su completa
figura la que entra a este plano, toda su conformación puede sufrir cambios
durante todos los estados imposibles de la materia que tienen alojo en los
sueños. Si desea conocer sobre esto, siga leyendo el manual.
Por último, las recomendaciones para
tener un viaje íntegro y delicioso no son más que confiar en su voluntad y
olvidarse de mucho hablar, hay cosas que no debe reproducir en un plano tan
alejado de la verdad. Si desea aprender a eludir o combatir a los perros oscuros, lea el siguiente
capítulo.
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