No nos importa lo que digan, ni lo que piensen, ni como se envíen señales eléctricas sus neuronas, ni cómo conversan las otras células, ni cómo se pelean las fibras, ni cómo se comparten los átomos. No nos interesa vivir del magenta, del manganeso, del terracota, del pistacho. No nos incumbe matar, ni morir, ni vivir, ni dar vida. No somos uno, pero tampoco somos todos. No somos magnetita, ni ónix, ni ámbar, ni pirita.
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