
La tarea de
ir controlando la población creadora de cada especie, mediante el ultraje de la
vida, la llevaría a cabo la última obra de la
lepisma. Se le otorgó forma de polilla al personaje; se le brindó la
poli-presencia, grandiosa capacidad de ser uno y ser millones al mismo tiempo,
un espectáculo de vivencias y densa fuente de experiencia; consistencia
semi-real, para facilitar la difusión y transporte del insecto; fijación a lo
mortal, para asegurar la relación de la polilla con lo vivo mientras se acerca
el día del despojo. Desde entonces la polilla, personal y única para cada existencia,
sería el instrumento que cortaría aquella red que une a la vitalidad con un
cuerpo inerte.
Su método
consiste en tres etapas importantes: primero besa al presunto muerto, de tal
manera se comienza a desarrollar una serie de hechos que permitirán debilitar
la red entre el cuerpo y la vitalidad; luego, cuando la red ya está casi
deshecha, la polilla se sitúa en la parte más izquierda de cada víctima, se
bebe su vitalidad desaparece instantáneamente; por último, la vitalidad que ha
de portar la polilla es llevada a la
lepisma para darle un nuevo uso. Únicamente hay dos personalidades que son
privadas de este proceso: el gigante
barbudo y los sacrificios. Los sacrificios no se contaban dentro
de muertos, pues eran entregados a otro mundo muy distinto al ser ofrendados,
ya tenían una misión que cumplir antes de morir, una misión que va más allá de
los cambios de estado y la muerte. Por otro lado, el gigante barbudo no participa en la labor de la polilla desde el
momento en que comenzó a aprender de verdad, el conocimiento en el principio de
los tiempos estaba tan descubierto, explícito y accesible que el gigante,
siendo aún un pequeño ser, aprovechó la situación para absorber cuanto consejo
tenía el universo sobre su joven trayecto; tanta verdad acumulada llevaron al
personaje a encontrar los complicados caminos para escapar de la muerte y de
las interacciones con la polilla, ni siquiera se sometió a los cambios de percepción que se le
entregaba a los grandes creadores, pues cuando eran entregados a este evento
perdían la memoria. La polilla y el
gigante barbudo se convirtieron en eternos enemigos, cada vez que se
encontraban emprendían una increíble batalla; los saberes que contenía cada uno
diferían grandemente, pero no lo suficiente como para eludir las defensas del
rival. A pesar de luchar y discutir largamente por los milenios de los
milenios, se rendían culto y ofrendas para demostrar el grandioso respeto que
tiene uno sobre el otro, actúan con tal impecabilidad que sorprenden
continuamente al opuesto.
El
gigante obtiene conocimiento por sus vivencias y la innovadora forma de poseer
la poli-presencia dentro de sus cualidades, gracias a su cultivo de las arañas neuronales que se dedican a
viajar de lugar en lugar para consumir un paupérrimo trozo de conocimiento y
llevarlo a su benefactor. La polilla, en cambio, obtiene su dichoso
conocimiento gracias a su cualidad de fijación a lo mortal, que le permite
presenciar todo lo vivido por el mortal. Sin embargo, hay ciertas existencias
que no brindan completa entrega de información a la polilla, dichas existencias
poseen la personalidad onírica. Con
ella pueden realizar un escape provisional de la polilla, consciente e
inconsciente unidos, y entregarse un poco a la realidad, conocer lo que quizás
la polilla desconoce. Hay otras partes de la polilla, ajenas al onironauta, que pueden encontrársele
durante el viaje; este tipo de encuentros es bastante común, pero la polilla,
al ser específica, no puede llevarse la vitalidad del viajero. Un onironauta experimentado –con una personalidad onírica evolucionada- puede
llegar a encontrar los nidos de la polilla, fuente de “poderes” que permiten al
viajero elegir su cambio de percepción,
morir o tomar otro tipo de personalidad
onírica. Es una verdadera hazaña encontrar un nido de polilla en el
universo, pero la hazaña más colosal posible es la que únicamente puede
realizar el gigante, que puede
encontrar el alojamiento de la lepisma
para ofrendar a la polilla en su estado
fundamental.
El
insecto suele dedicar su tiempo libre a excelsas actividades, como ir a dormir
en las dunas de los soles, visitar el desierto al que van los sacrificios, traer materiales de las fronteras del cosmos,
construir sistemas simples de astros y bañarse en ese peligroso polvo
sempiterno que le seduce tanto a ella como al gigante barbudo.
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